Laura Bozzo: de merolica de la dictadura a rescatista amante del pueblo

El arranque de furia

«Usted señora Carmen Aristegui es una mentirosa…estos bracitos han cargado cajas para llevar víveres a donde nadie había puesto un pie» retó Laura Bozzo desde la pantalla televisiva, su contrincante, una periodista con, digamos, unos cuantos millones de veces menos audiencia. «No voy a permitir que nadie me insulte, así que la reto a ir a Coyuca, o a cualquier lado ¿a quién cree usted que quiere más el pueblo?…soy bien naca y qué» espetó la Señorita Laura, en su comentario que ahora circula en video en todas las redes sociales y que le ha causado numerosas críticas e insultos.

A Laura Bozzo se le olvidó llamar mentirosos también a Eduardo Miranda, fotógrafo de Proceso y a Marcela Turati, reconocidos periodistas de la revista política más importante de México en las últimas décadas; así como a todos los ciudadanos que vimos a través de testimonios e imágenes el montaje que realizó «ayudando» a víctimas del mal tiempo en Coyuca de Benítez, uso de recursos públicos de por medio.

El montaje

Pionera de los Talk Shows en latinoamérica, Bozzo ha sido siempre colaboradora del poder, ofreciendo a las masas representaciones dramatizadas de sus problemas cotidianos sin atender ni analizar las causas de los mismos. Laura de América formó parte de la parafernalia mediática pro Fujimori en los noventas en Perú, cuyo régimen constituyó una auténtica dictadura. Fujimori está acusado de crímenes de lesa humanidad y por escandalosos actos de corrupción donde, curiosamente habría participado Laura Bozzo al recibir más de 3 millones de dólares de Vladimiro Montesinos (siniestro jefe de seguridad del gobierno fujimorista) con quien se rumoraba mantenía una relación sentimental.

El carrito sandwichero es el arquetipo de la «ayuda humanitaria» que siempre ha prestando la conductora a su audiencia: que no pasa de la caridad demagógica mientras su programa genera millones en publicidad. Su paso por México no ha sido muy distinto que en Perú: se ha coludido con la clase política, a la que ayuda y sirve fielmente siempre que puede y, a cambio, ésta le otorga poder y dinero; ya vimos la muestra en el reciente caso del uso de un helicóptero oficial del Edo. Mex. para montar su drama aprovechando la desgracia humanitaria en Guerrero.

La dramatización de la tragedia

Sin embargo Bozzo reta, despotrica y hasta insulta a quienes la han criticado (y también insultado) por su montaje televisivo que, por cierto, seguramente está dando buenos réditos en términos de audiencia, lo que se traduce en anunciantes. Bozzo se ha equivocado de estrategia, porque en su envalentonada contra Aristegui (sí, admitámoslo, seguramente la mayoría de los mexicanos no saben ni quién es) está reconociendo, al mismo tiempo, que las críticas que ha causado la periodista sí afectan su imagen y la de su televisora. Si nadie quiere a Aristegui, si nadie la conoce y el pueblo implora por la Señorita Laura ¿por qué molestarse en contestar? ¿por qué hacer caso de los «asalariados pagados por políticos para atacar en twitter?

La reacción patética de Bozzo es el mejor regalo que sus detractores pudieron recibir. Y así, la merolica de dictaduras, soporte de regímenes políticos anti populares, se convierte en salvadora del pueblo en una ironía ya típica de México…»¡yo soy rescatista! he trabajado con los topos en Chile y en Perú,  soy del pueblo» grita Laura y el pueblo adormecido, le aplaude.